lunes, 22 de abril de 2013

"Hija, no digas que eres diabética"

Chari Marín (@ChariMD) nos trae hoy una reflexión sobre cuándo comunicar en el trabajo que padeces una enfermedad crónica como la diabetes. ¿La enfermedad crónica puede convertirse en un obstáculo para la trayectoria laboral de la personas que la padecen? ¿Es importante comunicarlo desde un principio? Chari nos ofrece su perspectiva a través de una experiencia contada en primera persona. ¡Gracias Chari!

Diabetes en el trabajo
Soy periodista y padezco diabetes tipo 1 desde hace 17 años, como he escrito ya en algún post anterior. Mañana empiezo un trabajo nuevo como responsable de comunicación en una institución. Estoy francamente ilusionada, máxime teniendo en cuenta lo costoso que me ha resultado conseguir este puesto y lo mucho que me gusta trabajar de periodista, algo que no he podido hacer siempre, debido a la coyuntura económica y a lo castigado que ha sido el sector periodístico. Por ello, valoro especialmente el logro conseguido.

Estoy cenando con mi madre y al hilo de este tema, me comenta –con toda su buena intención- “hija, no digas que eres diabética cuando mañana vayas a trabajar”. Esta frase, totalmente inocente por parte de mi madre, pues, se supone que me lo dice por mi bien y que no me prejuzguen de forma negativa antes de comenzar mi trabajo, me hace pensar mucho, aunque mi respuesta sea: “No te preocupes mamá, no diré nada”. 

Reflexiono sobre lo injusto que es tener que ocultar esta condición de vida como si fuera algo “malo”, contagioso o como si por ser diabética disminuyera la calidad de mis artículos o escritos periodísticos.

Y pienso yo, no tengo bastante rompecabezas sobre cómo adaptar mis horarios de trabajo con los de la comida; sobre cómo compatibilizar mi ejercicio físico; cómo hacer mis pausa en el trabajo para tomar mi “discreta” manzana pautada en mi dieta; o sobre cómo evitar que el estrés laboral repercuta en mis valores glucémicos, para encima tener que pensar que tengo que ocultar a mis compañeros de trabajo que soy diabética.

Una condición que deberían conocer, entre otras cosas, para poder ayudarme en caso de necesitarlo –algo que gracias a Dios y mi educación diabetológica ocurre casi nunca, por no decir, nunca-; para evitar tener quedar explicaciones cada vez que te ofrezcan dulces u otros tipos de comidas que no te vienen bien; para no tener que “ocultarte” cada vez que tienes que hacerte tus controles de glucemia, o tener que pincharte alguna dosis de insulina o administrarte un bolus –en caso de tener bomba de insulina-. Claro, luego los diabéticos, vamos a tener fama de sufrir de incontinencia urinaria por nuestras continúas excursiones a los lavabos cada vez que tenemos que hacer alguna cosa que nos requiera nuestro tratamiento. Y todo ¿por qué? Ah sí, lo olvidaba porque somos diabéticos y tenemos que seguir “ocultando”, en numerosas situaciones y, especialmente, en las laborales, nuestra condición, para evitar prejuicios sociales. Éstos, por mucho que avancemos en otros aspectos de la vida, aún siguen existiendo en nuestra sociedad y serán muy complicados de erradicar, por muchas innovaciones e I+D+i que generemos.

Pero lo peor de todo, es que le haré caso a mi madre, al menos, en los primeros días de adaptación al puesto y cuando demuestre mi total compatibilidad y capacidad para llevar diabetes y trabajo hacia delante, entonces y sólo entonces, tal vez me atreva a decir: “Soy diabética, no tengo ningún problema pero si necesito vuestra ayuda en algún momento quiero que lo sepáis y, sobre todo, que no os extrañéis si de repente me tomo un zumo o me pincho una unidad de insulina, porque pasados 10 o 15 minutos seguiré trabajando como si nada hubiera ocurrido”.

Por Chari Marín.